La morada

Yo espero encontrar la morada perfecta, y tender en los espacios de su tranquilidad, los suspiros del deseo.
He de cultivar ahí, en medio de mi aislamiento, las bellas rosas del ingenio, que nacen del riego en soledad, para luego abrir sus pétalos, sus tersos pétalos, lejos de las manos del mundo, donde recrudece el dolor, y se deshojan las luces.

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