El beso

Un rumor de aguas despierta la sed del coral,
que en tímida apertura,
deja ver el invierno armónico de las perlas. 

La distancia se acorta.
Dentro el tiempo se da la vuelta,
se encoje y se hace niño; 
luego nace el temblor
con el tacto de los pétalos, 
y una canción de colibrí. 

Hay quienes vieron, sí,
y podrían jurar que no fue más que un soplo del día.
Pero después volvieron,
y sabían que eran viejos.
No ahí, que se atontan las agujas con sus vueltas,
sino donde el gesto, que fue un beso,
crecía con ellos;
los hacía eternos.

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