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Mostrando entradas de febrero, 2018
Flor Yacía blanca toda aún sobre la tibieza informe de las profanas sábanas. Aquel lirio adormecido en las estancias de mi ensueño,  perfumaba el aire con sus fragancias áureas.  Sus finas lineas reposaban entre las sombras del recinto,  rotas en su quietud por los plateados rayos de una luna nueva, expectante ante el umbral. Del cáliz de la vida yo bebí los finos brebajes. Los encantos de Venus no acaban nunca; pensaba yo cuando el lirio florecía nuevamente ante mis ojos.  ¡Qué inerme se ve uno ante el poder de los lirios!
Anatema El castigo para la blasfemia es un cosmos negro repleto de ojos hambrientos. Bocado de salmodia ante el horizonte de la soga. El Pisotón de los corceles en un lodazal de súplicas. Ya pudiera la imagen del hombre desprender las manos del crucifijo. Abofetearme el mancillado rostro,  llevarme a escombros en un delirio rojo. Ya quisieran los escarabajos de adentro devorar mis carnes hacia la luz; vencer el calendario amargo del secreto, consumidor rampante de la esperanza.
Alumbramiento El ruido se aferra a mis oídos y dentro crecen los vientos de tormenta.  La ciudad enciende las llamas hostiles,  que devoran consumen... sin tregua. Entonces, cuando ya soy ceniza y mis formas pertenecen al viento, revivo en la calidez de la luz. Como un parto de realidad cegadora, con alas nuevas salpicadas de oro y plata. 
Lázaro La libélula cansada, desgastó las alas en aislamiento. No fue posible la huida. Lejos quedaron los cielos de su ensueño manchados por la ofrenda tenue de un purporeo celaje.  Cuando el hormigueo de la muerte afloraba al fin sus carnes, la libélula, con buche ardiente de vida y alma: nadaba ya en los albores de un nuevo espacio;  y la libertad era salada; y la celda mucho más amplia.
Eva Hay presagio en esa mirada De fuego De principio De contacto Eslabón que se rompe Que no doma Que no ase la bestia de tu vientre ¡Ambrosia! ¡Ambrosía!  Lo que mana tu fuente.
La morada Yo espero encontrar la morada perfecta, y tender en los espacios de su tranquilidad, los suspiros del deseo. He de cultivar ahí, en medio de mi aislamiento, las bellas rosas del ingenio, que nacen del riego en soledad, para luego abrir sus pétalos, sus tersos pétalos, lejos de las manos del mundo, donde recrudece el dolor, y se deshojan las luces.
Puzzle Yo con la poesía juego al puzzle.  A veces logro encajar algunas cosas.  Toman su forma hasta que algo nace, producto ansiado del bello ingenio. Pero también es cierto  que en otras ocasiones, con las manos sueltas  como quien se sienta a comer, es ella  tan bifurcada de emociones y trasnochada por algún asunto, quien me arma a mí. 
Siempre . Siempre es la vida hasta que no se respira más.
Más allá de las orillas. -Pero, ¿nos volveremos a ver?- La pregunta casi no quiso salir de los labios. -Si has aprendido el valor de la presencia de las cosas, a mirar, escuchar y sentir más allá de las orillas, sí, claro que volveremos a vernos. Todo es posible si tú lo crees- Media sonrisa acompañó el final de las palabras. Un frío invernizo cubría la mano sostenida. Las cortinas de sus ojos cayeron también en un silencio piadoso. En el cuartico que daba hacia el final del pasillo, una sola figura poníase en píe y recogía la chaqueta. Cruzó el dintel y cerró la puerta detrás suyo, dejando en el ambiente solo el eco de  sus Chase Vonge bien lustrados. Las manos en los bolsillos tamborileaban las llaves. Abrió la puerta del puesto de al lado de su coche primero, como siempre hacía. Luego solo condujo sin saber dónde.  Para cuando se detuvo, el clima era gris, como de lamentos de ángel, y en sus ojos la lluvia parecía nacer. Eran casi las cinco cuando el teléfono sonó. 
Lo que dijo a solas una tarde. Mírame Tengo sed Como ave que espera la mañana. Frente a ti quiero surgir  hasta el cielo fértil de tu boca. Y acompáñame, acompáñame a volar Se mi cómplice y rufián, Que espera, sí Siempre por mí. Tócame Relájate Prueba con tus manos el inicio. Atrévete Todo está bien. Déjale a las sombras el pecado. Y acompáñame, acompáñame a volar Entre gesto que sabrán Que espero, sí Siempre por ti. ¡Ay! Este sueño se hace realidad Solo cuando eres capaz De verte, sí Solo frente a mí.
El beso Un rumor de aguas despierta la sed del coral, que en tímida apertura, deja ver el invierno armónico de las perlas.  La distancia se acorta. Dentro el tiempo se da la vuelta, se encoje y se hace niño;  luego nace el temblor con el tacto de los pétalos,  y una canción de colibrí.  Hay quienes vieron, sí, y podrían jurar que no fue más que un soplo del día. Pero después volvieron, y sabían que eran viejos. No ahí, que se atontan las agujas con sus vueltas, sino donde el gesto, que fue un beso, crecía con ellos; los hacía eternos.
Envestida . Desgarramos un grito en contra de los hijos del espejo.  Les golpeamos, herimos;  nos comemos sus carnes en un plato adornado por lineas caramelizadas y una lluvia fina de conféti verde. Total, poca resulta la suma de quiénes hurgan en el interior del reflejo.  Así es más fácil.