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Flor Yacía blanca toda aún sobre la tibieza informe de las profanas sábanas. Aquel lirio adormecido en las estancias de mi ensueño,  perfumaba el aire con sus fragancias áureas.  Sus finas lineas reposaban entre las sombras del recinto,  rotas en su quietud por los plateados rayos de una luna nueva, expectante ante el umbral. Del cáliz de la vida yo bebí los finos brebajes. Los encantos de Venus no acaban nunca; pensaba yo cuando el lirio florecía nuevamente ante mis ojos.  ¡Qué inerme se ve uno ante el poder de los lirios!
Anatema El castigo para la blasfemia es un cosmos negro repleto de ojos hambrientos. Bocado de salmodia ante el horizonte de la soga. El Pisotón de los corceles en un lodazal de súplicas. Ya pudiera la imagen del hombre desprender las manos del crucifijo. Abofetearme el mancillado rostro,  llevarme a escombros en un delirio rojo. Ya quisieran los escarabajos de adentro devorar mis carnes hacia la luz; vencer el calendario amargo del secreto, consumidor rampante de la esperanza.
Alumbramiento El ruido se aferra a mis oídos y dentro crecen los vientos de tormenta.  La ciudad enciende las llamas hostiles,  que devoran consumen... sin tregua. Entonces, cuando ya soy ceniza y mis formas pertenecen al viento, revivo en la calidez de la luz. Como un parto de realidad cegadora, con alas nuevas salpicadas de oro y plata. 
Lázaro La libélula cansada, desgastó las alas en aislamiento. No fue posible la huida. Lejos quedaron los cielos de su ensueño manchados por la ofrenda tenue de un purporeo celaje.  Cuando el hormigueo de la muerte afloraba al fin sus carnes, la libélula, con buche ardiente de vida y alma: nadaba ya en los albores de un nuevo espacio;  y la libertad era salada; y la celda mucho más amplia.
Eva Hay presagio en esa mirada De fuego De principio De contacto Eslabón que se rompe Que no doma Que no ase la bestia de tu vientre ¡Ambrosia! ¡Ambrosía!  Lo que mana tu fuente.
La morada Yo espero encontrar la morada perfecta, y tender en los espacios de su tranquilidad, los suspiros del deseo. He de cultivar ahí, en medio de mi aislamiento, las bellas rosas del ingenio, que nacen del riego en soledad, para luego abrir sus pétalos, sus tersos pétalos, lejos de las manos del mundo, donde recrudece el dolor, y se deshojan las luces.
Puzzle Yo con la poesía juego al puzzle.  A veces logro encajar algunas cosas.  Toman su forma hasta que algo nace, producto ansiado del bello ingenio. Pero también es cierto  que en otras ocasiones, con las manos sueltas  como quien se sienta a comer, es ella  tan bifurcada de emociones y trasnochada por algún asunto, quien me arma a mí.