Mi pedacito de cielo. Quien pudiera descansar en la hamaca de su boca y bañarse en los estanques de sus mejillas. Es tan tierna y cálida que el girasol se torna hacia ella, y las mariposas la saludan, y los pájaros trinan de gozo cuando su voz articulada se mezcla entre los lienzos del tiempo. Me apetece un bocado de su vida, pero no soy digno; ya camina en senderos compartidos y sus manos ya no son aladas. Pero la miro, y disfruto de su obra. Me embriaga el pecho su presencia, su calor de mujer, su constante lucha en busca de la mejor versión de si misma; se aferra a la vida con una obstinación de hierro. Observador soy, un espectador con o sin sentido, quizás un mito de las mentes ingenuas. Puede que me mire en ratos de ausencia y me piense a su estilo; quién sabe. L o cierto es que en las nubes más dóciles me encuentro recostado, con los brazos en la nuca y cosquillas en la panza, siempre con ojos en mi pedacito de cielo.
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Mostrando entradas de octubre, 2015
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A la espera. Te me fuiste entre las manos y el silencio se hacía más azabache. La noche es clara y yo la miro, la miro porque ahí pertenezco, a las sombras y a la plata de la luna. Al viaje del viento y la danza de los arboles. Volviste; y hasta creí que era cierto. Un rato, pero lo hiciste; y el alba parecía volver también. Las pupilas esperanzadas observan los trazos del bosque, pero oscura es su alma como lo es la mía, y me asustan sus ecos malditos. Me desordeno en la espera y me tiemblan las manos. Aún no estoy listo compañera. He de quedarme acá un poco más con mis suspiros callados, y mi soledad absoluta.
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¿Ves? Qué es cierto. Que escándalo causas por un simple mordisco. ¡Uno solo! Que se escapó y se tatuó en ti y ya, así fue. Pero no, insistes en catalogar mi gesto como absurdo, atrevido e indecente. ¿Y tú? Qué hay de ti que me manejas como la más suelta marioneta a diario. Mi cuello, mi espalda, piernas y demás rincones de mi humanidad hacen frente ante el ciclón desenfrenado de gestos que atracas a cada momento en mi. Me deshojas, destajas, posees y dominas con tus encantos alados y de tridente, y siempre terminas tu juego, ahí al verme indefenso y exhausto con una sonrisita traviesa. ¡Ah! Sonríes. ¿Ves? Qué es cierto.
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Trébol Se escapaban como par de liebres en un interminable carrusel de sonrisas, gestos, muecas y uno que otro sustito travieso. Parecían engranar cada tarde juntos como un pacto perfecto, una especie de promesa inquebrantable para cada uno, algo así como el aliento del otro, y sin el nada. Compartían cada espacio posible. Creo que podían danzar al ritmo de sus corazones cuando estaban uno cerca del otro; y todo parecía ir más lento cuando se acercaban, y el mundo hasta se prestaba para regalarle el más diáfano subvenir. Los caminos para el encuentro de las almas gemelas tienen tantos vericuetos como años lleva el mundo. Difícil resulta creer que estamos unidos a nuestra persona especial por hilos mágicos atados a nuestras manos, así de extensos como nuestra imaginación, o tan cortos como nuestra suerte. Eli y Marco eran la representación de la pureza en la tierra, eran simétricos, todo encajaba en ellos, ella con ese encanto de tangos nocturnos y él p
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Espectador. Me pregunto quien soy al verte. También que reflejo ante esos ojos callados como dos estrellas que esperan el momento para brillar en los espacios que el tiempo les regala y no lo saben. Se me hace arduo el analizarte a diario, pero es dulce ser atrapado por esa red de incertidumbre que te arropa y deshoja lentamente, a veces sin un final feliz. Acepto que me encanta mirarte, pues soy bueno haciéndolo, e imagino la mejor versión de ti en las cosas que haces. En el vaivén de tu cuerpo por los espacios del viento, en tu risa entre la gente, con el estilo de un alma libre pero insegura a la vez. Pareces una criatura nocturna, paciente y expectante, a la espera de lo increíble y con el ticket de lo fantástico en las manos. Te aburren los sueños de soñadores comunes y aún no sabes el deleite que es verte callar un sueño y hasta una sonrisa. Aunque no lo creas, tu silencio me dice mas que tus palabras, y redacto en mi mente la historia que pue
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Erol Cuando la creación es sublime las palabras solo resbalan por la superficie de su divinidad. Bañan cada espacio en un constante fluir de sensaciones, quizá producto de su esencia misma. Deleite es verte dibujar al mundo pequeñas lunas con todo y sus cráteres, y el se ríe de ti porque acaricias sus mejillas con gestos de algodón y no entiende tu esfuerzo por detener la arena de su gran reloj, fluyendo y llevando consigo pedacitos tuyos que quien sabe regresen algún día. Te pienso a veces como pienso todos los días. Pequeño recuadro en mi sala favorita. Adornas y recreas un campo de margaritas y de miel virgen en labios ciegos y obtusos. No desistas en inmiscuirte en los asuntos del pensamiento, que ya es asunto tuyo devorarlo y moldearlo una y otra vez más a tu antojo, pequeña depredadora pacífica. Vive en cada día como una abeja en la flor o una gota en alguna planta olvidada. Sin olvidar tu puerto, regresa algún día; y en la vuelta a tu e