Anatema

El castigo para la blasfemia
es un cosmos negro repleto de ojos hambrientos.
Bocado de salmodia ante el horizonte de la soga.
El Pisotón de los corceles en un lodazal de súplicas.

Ya pudiera la imagen del hombre
desprender las manos del crucifijo.
Abofetearme el mancillado rostro, 
llevarme a escombros en un delirio rojo.

Ya quisieran los escarabajos de adentro
devorar mis carnes hacia la luz;
vencer el calendario amargo del secreto,
consumidor rampante de la esperanza.

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