¿Ves? Qué es cierto.
Que escándalo causas por un simple mordisco.
¡Uno solo!
Que se escapó y se tatuó en ti y ya, así fue.
Pero no, insistes en catalogar mi gesto
como absurdo, atrevido e indecente.
¿Y tú? Qué hay de ti que me manejas
como la más suelta marioneta a diario.
Mi cuello, mi espalda, piernas y demás
rincones de mi humanidad hacen frente ante
el ciclón desenfrenado de gestos que atracas a cada
momento en mi.
Me deshojas, destajas, posees y dominas
con tus encantos alados y de tridente,
y siempre terminas tu juego, ahí al verme indefenso
y exhausto con una sonrisita traviesa.
¡Ah! Sonríes. ¿Ves? Qué es cierto.
Cálida picardía compartida.
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