Erol
Cuando la creación es sublime
las palabras solo resbalan por
la superficie de su divinidad.
Bañan cada espacio en un constante
fluir de sensaciones, quizá
producto de su esencia misma.
Deleite es verte dibujar al mundo
pequeñas lunas con todo y sus
cráteres, y el se ríe de ti porque
acaricias sus mejillas con gestos
de algodón y no entiende tu
esfuerzo por detener la arena de
su gran reloj, fluyendo y llevando
consigo pedacitos tuyos que
quien sabe regresen algún día.
Te pienso a veces como pienso
todos los días.
Pequeño recuadro en mi sala favorita.
Adornas y recreas un campo de margaritas
y de miel virgen en labios ciegos y obtusos.
No desistas en inmiscuirte en los
asuntos del pensamiento, que ya es asunto tuyo
devorarlo y moldearlo una y otra vez más a tu
antojo, pequeña depredadora pacífica.
Vive en cada día como una abeja en la flor
o una gota en alguna planta olvidada.
Sin olvidar tu puerto, regresa algún día; y en la
vuelta a tu estancia anhelada, concédeme
una mirada, una sola... quizás.
Cuando la creación es sublime
las palabras solo resbalan por
la superficie de su divinidad.
Bañan cada espacio en un constante
fluir de sensaciones, quizá
producto de su esencia misma.
Deleite es verte dibujar al mundo
pequeñas lunas con todo y sus
cráteres, y el se ríe de ti porque
acaricias sus mejillas con gestos
de algodón y no entiende tu
esfuerzo por detener la arena de
su gran reloj, fluyendo y llevando
consigo pedacitos tuyos que
quien sabe regresen algún día.
Te pienso a veces como pienso
todos los días.
Pequeño recuadro en mi sala favorita.
Adornas y recreas un campo de margaritas
y de miel virgen en labios ciegos y obtusos.
No desistas en inmiscuirte en los
asuntos del pensamiento, que ya es asunto tuyo
devorarlo y moldearlo una y otra vez más a tu
antojo, pequeña depredadora pacífica.
Vive en cada día como una abeja en la flor
o una gota en alguna planta olvidada.
Sin olvidar tu puerto, regresa algún día; y en la
vuelta a tu estancia anhelada, concédeme
una mirada, una sola... quizás.
Simplemente espectacular, tu prosa es otro placer del arte, ¡Enhorabuena, Carlos!.
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