Inmersión

En ocasiones pienso que no te merezco.
Que eres tan grande que mis manos no alcanzan 
a tocarte, rozarte, allá entre tus tintes de auroras.

Me retiro a lugares desconocidos,
fijando la mirada en distintos lares del tiempo,
siempre con ojos de insuperable tristeza.

No me apetecen los placeres de este mundo
repetitivo, negro, carente de almas doradas 
y asqueado de esclavos de lo inservible.

He de alimentar el regalo divino,
el ánfora de nuestro inicio, la bóveda
de nuestro ser, para dar sentido al viaje eterno,
para llevar conmigo un propósito de muerte. 

Comentarios

Entradas populares de este blog